Foto:Andina/archivo |
La madre que todos hubieramos querido tener, era puro amor, aunque nunca tuve el privilegio de asistir y envolverme en la pasión culinaria que ella forjo a través del tiempo, y que casi a los postreros años tuvo el reconocimiento mediático que bien lo merecía, dejó la impronta en nuestras mentes a aquellos que solo alcanzamos la ensoñación de las maravillas culinarias a través de las imágenes y escritos, dejando traslucir ese "secretito" de toda sazón en la vida, que es el amor que le puso a todos los regocijantes platos que pasaron
por sus manos, manifestacion del criollismo, alma de peruanidad.
Hoy nuestras lagrimas limpiaran el camino que ha de seguir tan maravillosa mujer, hacia la diestra de quien todo lo creo, descansará en paz en la tierra, lugar de donde provino muchos de los ingredientes que articularon en su arte, que alegraron generaciones y que hoy ese espacio la acogerá en su descanso eterno.
Su alma ha de seguir el camino de la eternidad, en un adelanto del cual no estamos exentos, llevará a otros planos las recetas de sabores miles de originalidad ancestral, que sus manos supieron contemporizar, escribiendo a su vez con la pluma del buen gusto una parte importante de nuestra rica historia culinaria, quedando en el recuerdo imborrables instantes de gozo por la pasión que puso en favor de la gastronomía peruana, dejando un importante legado que recorre el mundo entero. Queda en los jóvenes y en los que frisamos la madurez que da los años recorridos, inspirados bajo la luz de su sabiduría continuar esta labor. Misión cumplida!
Descansa en paz, madrecita linda.